Vía de la Plata / Etapa 20. Salamanca - El Cubo del Vino


Desde el Albergue nos dirigimos hacia la Plaza Mayor, la primera casilla de esta larga etapa está situada sobre un adoquín de la plaza.
El reloj del ayuntamiento aún no da las siete de la mañana, la plaza está casi desierta, tan solo un pequeño grupo de jóvenes que parece estar de regreso de una noche animada.

Una concha de vieira de bronce nos devuelve nuestra atención al Camino, guiando de nuevo nuestros pasos hacia la calle Zamora, continuando por el paseo del Doctor Torres Villarroel donde aparece un mojón que señala los 444 kilómetros que restan hasta Santiago.





Nuestros pasos nos llevan hasta la glorieta Santiago Martín El Viti, donde se encuentra una majestuosa escultura de toro de lidia, desde allí nos saluda la Plaza de Toros de Salamanca.
Seguimos por la Avenida Raimundo de Borgoña hasta una nueva rotonda, la que cruzamos para tomar la Avenida de Los Agustinos Recoletos, pasamos junto al colegio Santa Teresa Jesús y un centro comercial.

Caminamos por el arcén de la N-630 hasta llegar al Km 335, unas flechas amarillas nos hacen abandonar la carretera por una pista de tierra que nos lleva hasta la cercana Aldeaseca de Armuña, a la que llegamos tras 800 metros. Este municipio está aún cercano a Salamanca, a solo tres kilómetros.






Se ha convertido en una ciudad dormitorio de Salamanca, aunque su desarrolló poblacional y tasa de natalidad están dándole mayor importancia, siendo ahora el núcleo de población más importante del tramo de la carretera N-630 entre Salamanca y El Cubo del Vino.

Parece que los primeros pobladores de Aldeaseca de Armuña fueron los celtíberos y más tarde los romanos, siendo repoblada posteriormente por los moriscos, judíos, castellanos y gallegos.

En el siglo X el rey Ramiro II de León mando construir torres de defensa o castillos para defenderse de los moros, como el de Ribas en Cabrerizos y más tarde el Castillo, hoy desaparecido donde vivió la Princesa que fuera más tarde Reina de Castilla.

A principios del siglo XIII, Alfonso IX contrae matrimonio con Doña Berenguela, hija de Alfonso VIII de Castilla, en el que se unirían las coronas de León y Castilla, para conseguir la paz tras las incesantes luchas que existían entre los dos reinos, de este matrimonio nacería Fernando III el Santo.

La mayor parte de Aldeaseca de Armuña estuvo bajo influencia de la Iglesia Catedral de Salamanca, señalando además que fue lugar habitual de veraneo de curas y frailes. Con la desamortización de Mendizábal prácticamente todos los terrenos fueron repartidos entre los habitantes del lugar.

A mediados del siglo pasado (siglo XIX), Aldeaseca de Armuña era un municipio independiente. Actualmente es una pedanía de Villares de la Reina.
El Camino nos lleva callejeando por el pueblo hasta la iglesia de la Santa Cruz.



La Iglesia de la "Santa Cruz", es un edificio de una sola nave con capilla mozárabe y un coro o tribuna. Una obra clasicista de 1607. En el interior se distingue el retablo principal de finales del siglo XVII, donde realza el sagrario tallado en 1559 una obra de Martín de la Haya.

Rodeamos el templo y continuamos hasta llegar a un túnel bajo la autovía. El camino se aleja algo más de la N-630 y vira rumbo noroeste en busca de un cómodo paso que nos permite cruzar el arroyo de la Encina. Se salva sin mayor problema por un piso de cemento.

Comenzamos a familiarizarnos con las pistas de concentración parcelaria, largos tramos de tierra rodeados de campos de cereales. Afrontamos un repecho y giramos a la derecha en el segundo cruce de caminos, de este modo entramos en unas urbanizaciones que desplazan los campos de cereales y girasoles. Entre campos y urbanizaciones entramos en la segunda localidad de nuestra jornada de hoy, Castellanos de Villiquera.





Castellanos, alude a los colonos de origen castellano que durante la repoblación de la frontera más allá del río Duero (Extremadura) por parte de Ramiro II lo fundaran allá por el año 975; y Villiquera, que era otro pueblo más antiguo y medio despoblado en tiempos de la fundación de Castellanos de Villiquera, situado de uno a dos kilómetros más al sur.

Al parecer, Villiquera tiene su origen en la palabra latina villicus que representaba el nombre del funcionario o capataz romano encargado de la finca de un propietario.

También describía la heredad con que frecuentemente se premiaba a dicho funcionario por los servicios prestados durante la vida útil, como una especie de premio de jubilación. Villiquera, pues, aludiría a las tierras ganadas por un cierto villicus durante la última etapa del Imperio romano en esta zona fronteriza entre las provincias Lusitana y Tarraconense, en las cercanías de la gran finca de un gran terrateniente, seguramente junto al río Tormes, hacia el pueblo de Villamayor.

A los oriundos de castellanos de Villiquera se les llama "cucos" en alusión a los dos cucos que aparecen en el escudo situado tras el altar mayor de su iglesia, que se considera como el escudo del pueblo.

Seguimos las flechas que nos envían hasta la iglesia de San Juan Bautista. La iglesia fue reconstruida en el siglo XVI, para su construcción se emplearon materiales de un templo anterior de origen medieval. En el pórtico meridional se reutilizó una columna románica con capitel decorado con crochet. También encontramos una dovela románica decorada con dos rosetas de cinco y seis pétalos empotrados en el muro de una dependencia situada al lado del pórtico.




Pasamos junto a su torre de la iglesia y continuamos por la calle Calzada, nombrada así por la calzada romana de La Plata que pasaba muy cerca de Villiquera, al oeste de la actual carretera N-630. 

La zona aledaña a Villiquera, al norte del Arroyo de La Encina, también llamado Arroyo de Villiquera, fue la concedida por Ramiro II a un grupo de castellanos de su ejército, así como sus familias. Para su emplazamiento buscaron un lugar topográficamente más elevado que el antiguo Villiquera para no tener problemas con las crecidas del Arroyo de la Encina y su pequeño afluente el Arroyo o Regato de Cedillos construyendo varias casas en la zona donde se encuentra hoy el actual cementerio; un promontorio elevado desde el que se divisa casi toda la comarca de La Armuña, la capital salmantina, en días claros se puede ver la sierra de Gata.

Del pueblo salimos por una amplísima recta rodeada de campos de cereales, ya en el horizonte divisamos la torre de la iglesia de Santa Elena de Calzada de Valdunciel. Continuamos entre fincas parcelarias sin desviarnos en ningún momento, así llegamos a nuestra tercera localidad de la jornada, Calzada de Valdunciel, localidad con albergue de peregrinos.



Entramos en la localidad por la calle del Carrascal que nos lleva hasta la Plaza de la Constitución, donde se observaremos una pista de frontón.
Las flechas nos llevan por detrás del frontón, dejando a la izquierda el edificio del ayuntamiento, continuamos por la calle Ruta de la Plata hasta el final, donde veremos a la derecha el ACVM (Aula Cultural de Usos Múltiples), al final de la calle nos toparemos con una hilera de grandes piedras cilíndricas, hoy a modo de escultura e identificadas como probables restos de miliarios de la Vía XXIV del Itinerario de Antonino.

Estamos en las afueras del pueblo, una flecha amarilla nos invita a continuar por el camino, pero nosotros no damos por terminada la visita a Calzada y giramos a la derecha, a pocos metros nos encontramos con el albergue de peregrinos. Un poco más adelante llegamos a un bar junto a la plaza del Corrillo, donde hacemos una parada casi obligada para reponer fuerzas.
Aún nos esperan 20 km sin localidades intermedias. El Camino es duro, hay que tomar medidas para evitar la deshidratación y el golpe de Calor.




Aprovechamos para comprar pan recién hecho en una tahona desbordante de aromas. Recuerdos infantiles me vienen a la memoria de cuando mi madre me mandaba a por el pan y no podía resistir pellizcarlo para llevarme a la boca un trozo de pan recién echo.

¡Un capricho que me costaba más de una reprimenda! Aquí también piqué y media barra cayó a base de pequeños pellizcos. También compré algún embutido, no podía resistir la tentación y me vendrá muy bien para el camino que aún queda por delante, casi veinte kilómetros hasta el Cubo del Vino.

Nos dirigimos a la iglesia que está frente a la plaza del Corrillo. Una hermosa iglesia, la de Santa Elena, del siglo XVI. Un templo de una sola nave con armadura simple de madera a dos aguas sobre grandes arcos transversales. El retablo del XVIII dentro de la tradición de Churriguera. 

Aún se conservan interesantes restos de lo que debió de su anterior iglesia, que sería románica del siglo XII o XIII. En el exterior se observa vestigios de muro en el flanco norte y acceso a la sacristía, así como unos grandes canes con figura humana que se asoman, como pétreos campaneros, al cuerpo alto de la torre. En el interior persisten dos columnas bajo la tribuna, con capiteles románicos de hojas.

Empotrada en uno de los arcos de la nave, se conserva asimismo una escultura de estilo gótico, probablemente del siglo XIII, que representa a un rey, con una cruz y globo en las manos. La figura aparece enmarcada en un doselete compuesto por un arco ojival sobre columnas coronado por torrecillas. Probablemente, la escultura fue trasladada de la iglesia antigua al realizarse la nueva obra en el siglo XIV.
Es de destacar asimismo la imagen del Cristo de la Piedad, de gran devoción en Calzada, el crucifijo probablemente del siglo XV-XVI, de tamaño natural.



Calzada conserva un monumento funerario romano, el pretil de la llamada Fuente Buena, en la salida hacia Valdunciel, no se encuentra en nuestro trazado, pero merece y mucho visitarlo. Se trata de una estela de granito con un interesante motivo tallado: una figura femenina yacente de medio cuerpo, con la mano derecha descansando bajo el pecho y la otra asida a un recipiente para libaciones, tal vez de hidromiel. Los extremos del epígrafe y del remate superior están cortados, probablemente para adaptar la estela a su función de brocal. Parece tratarse una estela bajo imperial, fechable entre el siglo II y el IV, y que tal vez sea indicio de la presencia en las proximidades de la vía de algún caserío romano o villa, o incluso de un pequeño núcleo rural ligado al camino. En cuanto a la fuente, pertenece a un tipo constructivo que debió de ser común desde la Edad Media, de sillares y bóveda.

Esta localidad está muy vinculada al Camino de la Plata desde tiempos inmemoriales. La antigua calzada romana cruza el pueblo por la mitad, coincidiendo en gran parte su recorrido con el de la calle de Santa Elena, en cuyo extremo del sur pervive el topónimo de la Cruz de Santiago, que hace referencia a una ermita antigua.

Calzada de Valdunciel es el típico pueblo de la meseta, situado a unos 800 metros sobre el nivel del mar, el clima se considera de montaña lo cual, unido a su posición geográfica, hace de Calzada de Valdunciel un lugar en el que se debe tener en cuenta las condiciones meteorológicas especialmente si se realiza en Camino durante los fríos inviernos.



Salimos de Calzada de Valdunciel cruzando el arroyo de la Vega, avanzamos un poco y nos toca continuar por una pista que pasa junto a un merendero y una pequeña laguna. Una señal metálica nos recuerda donde estamos, en el camino de Santiago. Giramos a la derecha para continuar por una recta que nos parecerá infinita, algo más de kilómetro y medio. 




Continuamos las indicaciones que nos hacen seguir por una larga pista con continuos toboganes, la autovía de la Plata a nuestra derecha, junto a ella caminaremos hasta las puertas de nuestro final de etapa de hoy, el Cubo del Vino.



Continuamos por un sendero paralelo a la pista, ya que esta está llena de piedras que nos destrozan los pies. Un continuo tobogán que va ascendiendo poco a poco y que parece no tener final, pero lo tiene al llegar a un tramo de una vieja carretera abandonada que nos lleva a otra con tráfico, la tomaremos para llegar para llegar hasta el Cubo de la Tierra del Vino que pronto aparece ante nosotros.





Nos encontramos en tierras de Zamora. En esta tierra la Fundación Ramos de Castro ha marcado el camino con placas conmemorativas, están colocadas junto a edificios emblemáticos, la primera de estas la podemos encontrar junto a la iglesia, en ella se puede leer el siguiente texto, dedicado al peregrino:

"EN ESTOS LUGARES EN QUE LA GENTE SE AFANA DÍA A DÍA, HUBO UNA CIUDAD VACEA, PASÓ EL CARTAGINÉS ANÍBAL CON SUS ELEFANTES EL 220 A.C. SE UBICÓ LA MANSIÓ ROMANA DE SABARIA Y OTROS VAIVENES DE LA HISTORIA DEJARON HUELLA Y TRAJERON GENTES. QUE TAMBIÉN TÚ, CAMINANTE, CUALQUIERA QUE SEAN LOS PASOS DE TU VIDA, TE AFANES EN LOS VALORES HUMANOS CADA DÍA".



El Cubo de la Tierra del Vino se presenta como primera población zamorana, revelando en su apellido la vocación de cultivo del territorio, destrozada en el siglo XIX por la plaga de la filoxera. Aún quedan algunas viñas en la zona, así como abundantes bodegas, que denotan un pasado vinícola más activo que el presente.

El nombre de El Cubo se cree que podría proceder de la existencia en otros tiempos de un cubo cuyo objetivo podría ser la defensa de esa zona estratégica por ser una vía de paso. Ubicado en plena Ruta de la Plata, pudo haber sido la Sabaria que citan las antiguas crónicas romanas.

El Cubo del Vino está a la misma distancia de Salamanca que de Zamora, alzado en la meseta, este pueblo se caracteriza por sus gentes acogedoras, y su capacidad para celebrar con alegría sus fiestas patronales. Los vecinos logran gracias a sus flores y balconadas trasmitir una imagen mimada de su pueblo. A las afueras se mantienen todavía algunas bodegas excavadas en la tierra, donde se elabora el vino familiar y se mantiene la tradición de encontrarse a su sombra en verano y en su interior en invierno para merendar.

Cuando llegué al albergue ya habían llegado algunos peregrinos, en él había caras conocidas. Cuando me disponía a pagar el albergue no encontraba la billetera..., miré una y otra vez en los bolsillos del pantalón, en los de la mochila... pero no encontraba mi billetera... vacié por completo la mochila y nada... no me lo podía creer, esto no me podía estar pasando... no aparecía, la había perdido.

Estaba desconcertado, el hospitalero intentaba tranquilizarme, la verdad es que se portó muy bien, se puso en contacto con el albergue de Salamanca para que buscaran la billetera por si la había perdido en el albergue. Le contestaron que la buscarían y que me llamarían más tarde. El hospitalero me comentó que el hospitalero de Salamanca no se encontraba en el albergue, pero que volvería más tarde para ver si la encontraba.

No podía creer lo que estaba sucediendo ¿Cómo había podido suceder? Y lo peor, ¿En qué momento pude perderla y lo peor, donde? En ella llevaba las tarjetas bancarias, el dinero que saqué el día anterior del cajero, la documentación... Si no conseguía encontrarla para mí sería el final de este Camino.

El día de hoy ha sido agotador en todos los sentidos, muchos kilómetros y mucho calor... y para colmo perder la cartera. Tenía que descansar y pensar con serenidad que alternativas tenía si no la recuperaba.

Escudriñaba mi cabeza visualizando todas mis paradas durante el camino. Quizás en una de ellas pudo caerse del departamento de la mochila donde suelo guardarla, quizás se me quedó abierto en algún momento y pudo caerse. La verdad no recuerdo haberla sacado en ningún momento.

Pensando y pensando se me venía una imagen... ayer cuando me retiré la habitación estaba a oscuras, ya descansaban y para no molestar no encendí la luz. Al levantarme esta mañana también lo hice a oscuras, me levanté muy temprano ya que la etapa era larga y el día seria caluroso. Los compañeros de habitación aún dormían, así que utilice la poca luz del teléfono móvil para recoger la ropa y sacar fuera de la habitación el resto de las cosas, para así no molestar a los que aún dormían. 

Como norma general suelo dejar preparada la mochila, pero anoche me fue imposible debido a que cuando llegué a la habitación todos descansaban. Antes de irme a dormir suelo revisarlo todo minuciosamente. Al salir por la mañana hago un recuento de las cosas que llevo encima y comienzo la etapa con tranquilidad. Pero esta vez no fue así, rompí la norma y la rutina, con ello causé esta terrible situación.

En el Camino es casi normal perder alguna que otra cosa, a veces el cansancio te hace ser descuidado.
Son ya muchos los Caminos que he realizado, he superado muchas dificultades; fuertes tirones, golpes y caídas, ampollas insufribles, fiebre, golpes de calor, bajadas de tensión... pero esta situación supera a todas. Pensé seriamente que esta vez tendría que abandonar sin remedio, solo lo podría evitar un milagro.

¿Estaba en blanco, qué hacer? ¿Se acabaría hoy el Camino para mí?

Había perdido parte del dinero, pero lo más importante era la documentación y las tarjetas de crédito, una situación bastante complicada.
En el pueblo no había puesto de policía, ni de Guardia Civil, así que hoy no podía denunciar la perdida, tendría que ser mañana...

¿Qué hacer?

¿Ir para Zamora mañana y denunciar la perdida, o rehacer el camino andado hasta Salamanca e intentar buscar la cartera en los lugares donde recordaba haber parado?

Barajé ambas posibilidades, intenté pensar con claridad, pero el cansancio y la tensión no me lo hacían fácil.

Intentaba una y otra vez recordar las paradas que había hecho en el camino.
La primera fue en Calzada de Valdunciel, primero en el bar y después en la tahona donde compré pan... recuerdo que pagué con unas monedas que llevaba en el pequeño monedero, no recuerdo haber sacado la billetera. Más tarde paré bajo una encina para descansar y tomar algo que me diese fuerzas, más tarde paré un poco a beber agua antes de subir el duro repecho después del puente... la próxima y última parada fue a la entrada del Cubo del Vino, donde tomé de la mochila una pieza de fruta... Tenía la cabeza embotada, pensar con claridad estaba siendo muy complicado con el cansancio y la tensión acumulada.

Esperaba con ansiedad la llamada de Salamanca, mientras tanto me fui con otros peregrinos a la plaza del pueblo, tenía que relajarme y pensar con serenidad. En el bar estaba comenzando el partido de fútbol del Mundial, jugaba España.

En el interior del bar había un gran ambiente, los lugareños no paraban de animar, muchos ataviados con la camiseta roja de la selección. La nota la daba sobre todo un paisano del pueblo que, en vez de gritos, "tocaba" con una corneta la carga de caballería.

Pensé que en cualquier momento me iba a estallar la cabeza en mil pedazos, sobre todo cuando terminó el partido. España había conseguido la victoria, para celebrarlo comenzaron a tirar unos petardos que me taladraban la cabeza, ¡Dios mío! Necesitaba irme de allí cuanto antes.

Dejé atrás la algarabía y me dirigí al albergue con un terrible dolor de cabeza. Sonó el teléfono, me llamaba el gerente del albergue que me comunicó que habían buscado por todos lados y que... lo sentía mucho, pero que no habían encontrado la billetera.

Los peores presagios parecían haberse hecho realidad.
La noche la pasé entrevelas, no conciliaba el sueño a pesar de estar física y mentalmente agotado, no paraba de escudriñar en mi cabeza cada instante de la etapa.

Analicé detenidamente cada momento, pensaba y pensaba, tenía que recordar, no quería abandonar el Camino y menos de esta manera, tenía que recordar... recordar.

Barajé algunas posibles opciones, pero me decidí por buscar la billetera rehaciendo el camino hasta Salamanca. Me quedaban unos 30 euros encima, lo que me quedaba en el monedero de mano. Tenía suficiente para volver en bus a la ciudad salmantina, pero... decidí volver andando y buscar la billetera por si se me había caído en alguna de las paradas. Me negaba a abandonar el camino sin luchar. Por delante casi 40 km donde buscar... una locura, pero mi única posibilidad si quería continuar mi peregrinación a Santiago.

Mañana volveré a andar lo andado, despacio, mirando cada metro, a un lado y al otro del Camino, en la maleza a orilla del camino. Intentaba recordar los lugares donde hice mis paradas de descanso, fotografíe mentalmente cada uno de ellos. La verdad, una auténtica locura, pero tenía la esperanza de conseguirlo, será enorme esfuerzo, pero algo en mi interior me decía que la encontraría.
La noche se hizo larga, muy larga...


La busqueda
(Camino de vuelta a Salamanca)

Comienzo el día muy agotado, apenas pude conciliar el sueño. Me sentía extraño, mi cabeza un polvorín. La mañana era extraña, la bruma dominaba el Camino, por delante me quedaban 35 km de vuelta a Salamanca. La búsqueda será dura, pero mantengo la esperanza de encontrar la billetera. 

El horizonte que tenía delante de mí era distinto al de ayer, ya que lo hacía en sentido contrario, me sentía muy confuso, para colmo la niebla lo invadía todo, casi no dejaba salir la luz del sol... era una mañana muy extraña.

Pero la esperanza lo puede todo, me animaba a mí mismo, pedía ayuda a Dios, a Santiago, a la Virgen María, rezaba con todo mi corazón, cantaba y cantaba lleno de esperanza.

Tras oscuridad llega la luz, la hermosa luz de la esperanza.



Recordé que antes de llegar al Cubo del Vino paré un instante junto a la carretera, había un pequeño cercado, con nerviosismo e ilusión me acerqué, durante la noche pensé mucho en este lugar. Ayer me paré aquí para abrir la mochila, me cambié de camiseta, tomé una pieza de fruta que cogí de uno de los bolsillos laterales, también recuerdo abrir el bolsillo superior de la mochila para sacar un paquete de cigarrillos, en el mismo bolsillo donde suelo guardar la billetera. Examiné el lugar con ilusión me daba un palpito, busqué "con lupa" lleno de esperanza. 

Durante la noche escudriñé cada rinconcito de mi mente recordé el momento del cigarrillo antes de entrar en el pueblo, me llené de esperanza, pudo caerse en este lugar, estaba casi seguro de que aquí pudo ser.
Quizás se me pudo caer al sacar el paquete de cigarrillos, fue el único cigarrillo que fumé durante la jornada, solo lo hice aquí, para celebrar haber llegado.

Me puse a escudriñar cada centímetro, junto a la alambrada, entre la hierba... unos metros más para allá... cada centímetro... pero no, ni rastro de ella.
Al final desilusionado y abatido desistí seguir buscando y continué camino, una búsqueda que no sé cómo acabaría.


La niebla continuaba espesa... una sensación extraña me embargaba. La tensión y el cansancio comenzaba a pasarme factura, aún permanecía el dolor de cabeza de la noche anterior, tenía que mantenerme sereno y esperanzador, no podía entrar en la desesperación, es muy importante mantener la calma.
Intentaba recordar cada parada, una de ellas fue cuando paré debajo de una encina a descansar, recordaba haber comido una pieza de fruta, pero ¿cuál sería esa encina? ... todas me parecían iguales, la búsqueda estaba siendo muy complicada y fatigosa.

Metro a metro, miraba y miraba... tras bajar la cuesta que ayer era una fuerte subida llegué hasta el puente donde paré, miré por todos lados, no quería dejar ni un centímetro por revisar... pero nada no aparecía. La desesperanza comenzaba a albergarme, rezaba y rezaba a Dios, a Santiago, a la Virgen María, a todos los santos, al ángel de la guarda pidiendo ayuda. Todos ellos me acompañaban en la búsqueda, pero no aparecía.

Intentaba animarme cantando alguna que otra canción, me concentraba con mantras que me levantaran el ánimo, una y otra vez me decía a mí mismo que lo conseguiría, merecía la pena hacer esta penitencia hasta Salamanca, una gran prueba que tenía y debía superar.

Intentaba relajarme dejando la mente en blanco, me concentraba en la respiración, pero con los ojos bien abiertos. No podía desesperar, tenía que continuar manteniendo la calma y sobre todo la Esperanza en encontrarla.



Continuaba con la mirada puesta en cada metro de camino, pero la búsqueda estaba siendo agotadora, desesperante. Si me dejé el bolsillo abierto quizás se puedo caer en la maleza junto a la orilla del camino. La búsqueda estaba siendo muy complicada, pero seguía firme y obstinado mirando por todos lados.

El siguiente lugar posible estaba en Calzada de Valdunciel, recuerdo que paré a llenar las botellas de agua en su fuente, entré en la tahona a comprar una pieza de pan, y en el bar donde tomé un café, pero recuerdo perfectamente que en este último lugar no saqué la billetera, aquí pagué con monedas, eso lo recuerdo muy bien... pero quizás me equivoque, estaba agotado y todo era confuso.

Cuando me encontraba sentado sobre uno de escalones de la iglesia sonó el teléfono... ¿Quién sería? Al otro lado del teléfono estaba el hospitalero de Salamanca, Pierre. En un principio al decirme su nombre no le recordaba, estaba algo aturdido, cansado y mareado por la tensión y los kilómetros ya andados.

Pierre me gritaba y repetía una y otra vez la buena y milagrosa noticia.

¡¡ Peregrino, ha aparecido tu billetera en el albergue!!
¡Me entiendes, estás bien?

Estaba aturdido, Pierre con su poco español intentaba decirme que la billetera había aparecido, apareció semi oculta entre la pared y una de las patas de la litera. Ayer buscaron por toda la habitación y no la encontraron, pero esta mañana un peregrino alemán se percató de ella al levantarse y se la dio antes de marcharse.

¡No podía creérmelo!

Me pellizcaba una y otra vez... de pronto me vino mil lágrimas de la emoción, me quedé clavado sin saber que hacer, gritaba como un poseído por tanta alegría, el corazón pedía espaciose en el pecho. Los milagros existen, este parece uno de ellos. Mis oraciones habían sido oídas, un mantra continuo a cada paso que deba, cada vez que escudriñaba por algún matorral, cada vez que veía un bulto en el camino...

Lancé varios metros la mochila, el bordón voló por los aires...

¡¡¡ no paraba de dar brincos de alegría!!!


¡¡ El Camino, Dios mío el Camino!!! ¡¡DIVINO CAMINO, cuanto nos llenas el corazón!!


Pierre me confirmó que estaba todo, la documentación, las tarjetas, e incluso el dinero.... todo había cambiado de pronto... la incertidumbre y el tremendo dolor de cabeza habían desaparecido en un abrir y cerrar de ojos.
Dicen que la esperanza mueve montañas, en esta ocasión se había movido todo el sistema montañoso de la península ibérica, ... Si, existen, los milagros existen... para mí fue uno de ellos.

Pierre me preguntó dónde estaba, y que si quería me la enviarían hasta donde yo quisiese. A Zamora o a El Cubo... le dije que iba andando de vuelta a Salamanca y me tachó de insensato jaja. Si loco, un loco de alegría y agradecido a nuestro Dios misericordioso. Le dije que en agradecimiento continuaría andando en hasta Salamanca, ya no tenía prisa.  Se congratuló y me animó a ello, me esperaría impaciente en el albergue para fundirnos en infinito abrazo.
Se había producido algo increíble, todo apuntaba a que sería algo imposible, pero me llene de esperanza en mi fe en Dios y en su infinita misericordia.

Toda esa ESPERANZA se transformó en una gran energía que hizo que continuara caminando en penitencia hacia Salamanca. En esta ocasión lo hice por el arcén, así llegaría antes. Mi felicidad era tan grande que no me importaba el cansancio acumulado por haber caminado casi 80 kilómetros en dos días, mis piernas apenas lo notaban, ni rastro de agotamiento que me embargaba minutos antes de la llamada, la tensión se transformó paz y armonía. El dolor de cabeza fue sustituido por claridad mental. No necesitaba descansar, podría ir andando hasta el fin del mundo en gratitud a este Dios nuestro que siempre nos cuida.

Caminaba relajado, el sol intenso apenas hacia mella en mí, mi caminar firme, la felicidad me invadía como un hermoso sueño, esta fue una experiencia que irá conmigo hasta el fin de mis días. Dejé de mirar al suelo, ahora miraba al cielo… al azul y hermoso cielo de la vieja Castilla. Volvía sin prisa por el arcén, gritaba de alegría como un loco, cantaba feliz.

Pasaban peregrinos en bici que me miraban extrañados… BUEN CAMINO les gritaba. Por carretera coincidí también con peregrinos a pie, curiosamente con las compañeras de Madrid y la chica estadounidense, según me contaron se habían quedado un día más en Salamanca.

Por fin llego a Salamanca, casi extenuado pero efusivo, exultante. No había parado en todo el camino. De nuevo paso junto al estadio de fútbol, pisamos de nuevo la Av. de los Agustinos Recoletos hasta llegar al Centro comercial, un poco más adelante el puesto de la Cruz Roja con la escultura del toro empujando la sillita de ruedas y la glorieta de El Viti con la plaza de toros a la izquierda, me sonaba de algo jaja. ¡¡¡Lo de hoy ha sido toda una faena y me llevo las dos orejas y el rabo!!! Entro en Salamanca por el Paseo del Doctor Torres Villaroel y llego hasta la iglesia de San Marcos. Cuando me despedí ayer de ella lo hice al amanecer, su luz era otra, hoy estaba muy hermosa. Continuo por la calle Zamora para llegar así hasta la Plaza Mayor.


Ahora sí, ahora si he llegado a Salamanca, por fin.
Decido hacer una parada de guerrero, eufórico me quito la mochila de la espalda, dejo el bordón junto a ella para que la acompañe y me siento como un rey en su trono para contemplar el ir y venir de la gente Con mirada y aura victoriosa y con reluciente armadura de peregrino contemplo el mundo, que ajeno pasa junto a mí.

Estaba eufórico, me había hecho casi 40 Km. de un tirón sin parar.  Y aquí estaba de nuevo, en la hermosa Plaza Mayor de Salamanca.
Con Pierre había quedado a la cuatro de la tarde, es a la hora que abren el albergue. Aún quedaba casi una hora, así que aún me quedaban fuerzas para dar un pequeño paseo por los alrededores y así despedirme de Salamanca, tenía pensado regresar hoy mismo al Cubo del Vino, eso sí, esta vez lo haría en bus.

El peregrino tras su venturosa travesía consigue tocar el cielo en Santiago. Pero para ello posiblemente tenga que pasar antes por el infierno.





En el albergue de Peregrino La Calera, Pierre me esperaba. Al vernos nos gritamos efusivamente y nos dimos un largo abrazo y comentamos lo sucedido. Hablábamos un buen rato de lo increíble que es el Camino. Experiencias como esta te hacen ser más fuerte en tus convicciones, en tu fe. Te confirman el enorme valor de la generosidad, del compañerismo, de la bondad del ser humano. Al Camino llegas por primera vez sin saber nada, incluso sin saber qué es lo que buscas en él, muchos lo acaban sin entender en verdad que significa ser peregrino en el Camino de Santiago. Simplemente están ciegos al tener su corazón cerrados con siete cerrojos. Si no abres tu corazón a lo que el Camino te ofrece difícilmente entenderás el sentimiento de un peregrino. 

Como no podía ser de otro modo intercambiamos mil y una anécdotas, este rato con Pierre fue un momento entrañable que guardará por siempre en mi corazón, una nueva semilla que lanzo aquí al viento para que otros la recojan y se calcen las botas, se echen la mochila a la espalda y caminen ilusionados hacia ese horizonte deseado que es Santiago de Compostela, uno que les traerá PAZ Y BIEN a sus corazones.

Pierre me invitó a quedarme a descansar en el albergue y mañana partir hacia Zamora en bus para no perder el día de hoy. Para mí hoy no había sido un día perdido, todo lo contrario, ha sido un día ganado, uno de los más emocionantes e increíbles de mi existencia como peregrino. Gracias a Dios podré continuar mi Camino para poder cumplir con mi vieja promesa en la que cada año de mi vida me arrodillaría el sepulcro del Santo Apóstol Santiago.

Pierre me preparó un riquísimo té, y me entregó la cartera. Oh, Dios cuánto he pasado para que llegue este momento. Después de darme una ducha que alivió mi maltrecho y cansado cuerpo llegó la hora de la despedida, nos intercambiamos direcciones y marché camino de la estación de autobuses de Salamanca.



Sonreía, todo me parecía un hermoso sueño, una sensación extraña me invadió el alma.
Suspiré y agradecí al altísimo este momento, es la tercera vez que recorro este camino en menos de 48 h., eso sí, estaba vez mis pies ni lo notarían, bien merecido tienen el descanso.

Al llegar al Cubo del Vino, me esperaban mis compañeras de camino de Madrid, con ellas me fui para el albergue. El hospitalero ya sabía de la buena nueva, y al verme llegar de abalanzó hacia mi dándome un fuerte abrazo mientras me decía: peregrino mientras estés en el Camino no pierdas nunca la esperanza, el Camino es muy sabio y generoso.
Cuánta razón tenías Felipe y cuanto agradezco su apoyo. Gracias, amigo. 

En el Camino de Santiago la perdida de objetos es bastante frecuente, se suelen dejar olvidados en cualquier lugar. Toda precaución es poca en el Camino, el cansancio suele hacer mella y hay que estar atentos a los olvidos. Una buena recomendación es preparar la mochila antes de irse a dormir, y hacer un recuento minuciosamente de tus cosas, si no, podemos tener sorpresas desagradables.

Ante cualquier contratiempo no desesperemos, en el Camino siempre encontrarás manos dispuestas a ayudarte, el peregrino es amable y generoso, nunca te encontrarás solo/a.

Si haces el Camino vive intensamente su espíritu, se peregrino, VIVE EL CAMINO.